“En la escuela los chicos contaban problemas de la casa, que le habían pegado a su mamá, y así. A mi mamá no le gustaba ese ambiente para mí, así que me cambió a otra de San Miguel. Me costó mantener los amigos con los cambios de colegio. Igual no soy de tener muchos amigos porque soy muy introvertida, dos o tres nomás. Con mis amigas nos juntamos en sus casas, a tomar mate o hacer algún trabajo práctico. También salimos a bailar, pero no siempre”.

“En el polimodal elegí la orientación de Economía y Gestión, porque me habían dicho que tiene salida laboral, pero la verdad no me gustó mucho. Me gustaría estudiar medicina, ser pediatra. Aunque no está relacionado, también me gustan el baile y el teatro”.

“En la primaria siempre me llevé cuatro o cinco materias, pero el año pasado no me llevé ninguna materia. Este año me agarró vagancia, será por la adolescencia, no sé, pero me estoy esforzando, es el último ya”.

“Naty, una amiga que estuvo en los Scouts me preguntó si pasé de año, le dije que sí, y que no me llevé ninguna materia. Estaba asombrada, me pregunta ‘¿cómo hiciste?’. ‘Estudiando, y me ayudó el tema de la beca para comprar los libros. ¿Vos te anotaste?’ Y me dijo ‘No, a mi el colegio no me importa más’. Que yo le diga eso está bueno, que vea. La ayudé en matemática, y se asombró al ver y escuchar mi progreso”.

“El Campito está bueno, que junten a los chicos para que no anden en la calle y tengan un espacio. Es una forma que salgan de su casa o del ambiente de la calle y tengan un espacio de recreación. Quizás en las casas tienen problemas, es un mundo aparte, y en El Campito la pasan bien y con gente que los quiere”.